La importancia de que el niño duerma en su propia habitación: orientación básica a los padres

 ¿A qué edad el niño debe comenzar a dormir en su propia habitación?

Alrededor de los 3 meses de nacido. (A partir de los 2½ meses, el bebé posee una mayor capacidad para regular sus patrones de sueño y alimentación.)

¿Por qué es importante para el niño dormir en su propia habitación?

  1. Promover el bienestar emocional del niño no sólo implica ofrecer amor y unos cuidados básicos; además, hay que proveer límites y estructura. El niño debe aprender a sentirse seguro y confiado en que el padre estará cerca para atenderle cuando lo necesite, sin depender de su presencia física continua. Esto le permitirá adquirir un sentido de autonomía que beneficiará tanto el desarrollo de su personalidad, como su desarrollo social y cognoscitivo.
  2. El niño, como el adulto, es un ser sensual, por lo que la situación “cuerpo a cuerpo” que se da entre ambos, cuando duermen juntos, resulta inapropiada. Igualmente inapropiado es exponer al niño a que sea testigo, desde su cuna, de la intimidad entre los padres.

¿Por qué es importante para los padres que el niño no duerma con ellos?

Ya se trate de una pareja, o de un padre que vive solo con su hijo, el adulto necesita:

  1. Tiempo y espacio, en la tranquilidad del hogar, para desligarse de su rol de cuidador y atender sus diversos asuntos personales, entre éstos, obtener el descanso necesario durante la noche
  2. Desarrollar un sentido de seguridad y confianza en que el bienestar del niño no requiere de su presencia física continua, sino de su accesibilidad física y emocional, pues, de lo contrario, ambos vivirían en un estado constante de preocupación y ansiedad

¿Qué estrategias pueden facilitar que el niño duerma en su propia habitación?

  1. Evalúe en qué medida la dificultad del niño para separarse de usted durante la noche es un reflejo de su propia dificultad para separarse del niño.
  2. ¡No se sienta culpable! Convénzase de que, lejos de hacerle un daño al niño, está fomentando su bienestar emocional.
  3. Explíquele al niño, de manera sencilla, por qué es importante que cada uno tenga su espacio para descansar durante la noche.
  4. Establezca una rutina para la hora de dormir y sea consistente en aplicarla. (Por ejemplo: A las 7:00 P.M., el niño se baña, cena y se cepilla los dientes; a las 8:00 P.M., va a la cama, se le lee un cuento o se le canta una canción, se le da un beso de “Buenas noches”, se apaga la luz y se cierra la puerta.)
  5. Asegúrese de que todas las necesidades del niño hayan sido atendidas antes de que se acueste (por ejemplo, tomar agua e ir al baño).
  6. Si el niño le teme a la oscuridad, coloque una lamparita de noche en la habitación. También puede permitirle dormir en compañía de un muñeco.
  7. Cuando, luego de haberse acostado, el niño le llame o salga de su cama, explore los motivos.
  • Si el niño insiste en salir de su habitación y no existe una razón válida, hágale regresar a su cama tantas veces como sea necesario. Sea firme, pero no pierda la calma ni le dé explicaciones adicionales.
  • En el caso del bebé –mayor de 3 meses–, acérquese y obsérvele, para conocer qué necesita. El bebé debe tener accesibles algunos juguetes –apropiados para su etapa de desarrollo– que le sirvan como recurso para entretenerse y tranquilizarse cuando se despierte. Si necesita un cuidado especial (por ejemplo, si tiene hambre o frío, o necesita un cambio de pañal), luego de atenderle, colóquelo en su cuna, muéstrele un juguete y pásele la mano suavemente, recordándole que puede quedarse tranquilo pues usted estará cerca. Si el bebé sólo desea su compañía, haga esto último, pero trate de evitar sacarlo de la cuna, para que le dé la oportunidad de aprender a calmarse por sí mismo.